CON LA "f"


Faisanes (afisanes para algunos hablantes): grano de la habichuela seco que se consume en potajes y que provoca, en el campanillero ansioso, numerosas flatulencias con el natural regocijo de los campanilleros acompañantes.
Faratao: dícese  del campanillero farraguas que viste, gesticula y anda con tan poco equilibrio y donosura que remeda un morijaco.  Aplícase, otro sí, al campanillero desquiciado en su juicio, farrao.
Farota: farruquina. Guarra farota: Figura que se obliga a hacer a algún campanillero, concursante del juego de las prendas, para recuperar su empréstito.
Farraguas: Campanillero adán en su aliño indumentario
Farrao: Campanillero lunático ocasionalmente, o bien de forma permanente, lo que le lleva a cantar La Pastorcita cuando los demás van por Las Veredas de Belén, un poné.
Farrungao: se emite este vocablo sobre el instrumento o la situación arruinada en su composición, haciendo casi imposible  su compostura: Puede sustituirse el vocablo en ambiente cultos por “finis gloriae mundis”.
Farruquina: habla este vocablo de la exigua masa corporal y menudencia de talla de la campanillera naca, cuya falta de habilidad en la ingesta semeja que mamara de la teta trasera.
Finusquino: campanillero muy menudo en talla y peso por mor de ser un milindres  en sus gustos culinarios .
Flondio: falta de consistencia y rigidez. Situación en la que para la virilidad del campanillero muy veterano.
Francachela: observe el lector avisado la abundancia de términos con los que cuenta nuestra habla para referirse a las situaciones de fiesta y regocijo.
Francia: situación de conflicto, ocasión embarazosa en la que se encuentran los campanilleros cuando,  por mala fortuna, en mitad del recital se rebela el bolero.
Frangoyo: Campanillero  poco curioso y mirado en sus quehaceres, ultimando sus labores como si fuera un farraguas.
Fronza: cantidad ínfima de algún material, menudencia: “mi niña escurca la olla sin dejar una fronza de acerones”.
Fucia (a fucia de): dependencia de, a expensas de al algo o de alguna criatura para conseguir determinado objetivo: “estamos a fucia de Luis Alcaide para cantar en El Madroño”
Fuguilla: se predica de la campanillera tan viva de genio que todo tiene que estar melón y tajá en mano.

CON LA "e"

Embracilao: situación de incomodo que sufre el campanillero que carga un instrumento talla andacapadre y que le impide moverse con soltura y donaire.  
Embrocar: echarse a pecho la botella de coloraillo o pacharán para aclarar el gollete entre copla y copla, con riesgo inminente de enfangarse de la zamarra a los leguis.
Emperingotao: subido a la pingoya.
Encetá: comenzar el ensayo de un villancico nuevo: “el viernes encetamos La Pastorcita
Enguruñao: Hecho una gurruña al recoger la barba sobre el pecho por mor del gris reinante en las madrugadas en las que no se le teme ni al frío ni al agua ni a las malas noches….
Envilmao: estado de desorden originado por acumulación de gachiperres en la mesa de la sala de ensayos que impide que quepa una fronza.
Escachifollao: cortinización, según Madoz,  de la frase italiana “e quassi fogiatto” que  alude al estado lamentable en que ha quedado alguna criatura o ser inanimado, aunque formalmente no haya sido penetrado.
Escamao: desconfianza o prevención que afecta al campanillero que supone que algún vocablo de este diccionario es por su culpa.
Escamondao: limpio de escama y monda. Suele aplicarse al campanillero o instrumento musical que muestra una extrema limpieza en su apariencia personal o traje de concierto.
Escanalao: argülle este término  a la situación de desfalandranamiento  corpóreo y emocional que sufre el campanillero victima de alguna churretá, la cual  propicia un sustancioso ataque de risa.
Escarranchao: Campanillero cuyas extremidades inferiores forman ángulo próximo a los 45º, por volumen exceso de bolsa escrotal.
Escuajarao: expresión emocional que lleva al público a manifestar un berrón abundante y sonoro cuando no le gusta un villancico.
Escuarrancá: posición en tierra y patiabierta en la que queda la campanillera, con riesgo de hacer ventosa sobre la corteza terráquea, que por rotura de tacón ha perdido el equilibrio.
Escuchimizá: enunciase este calificativo a aquella campanillera estricta y rigurosa en su dieta lo que le provoca una fisonomía anoréxica cual guarra  tía Justa.
Escuerzo: campanillero de extrema delgadez, por no aplicarse con fruición a los productos, tanto magros como pringos,  del ibérico.
Escurcar: acción de separar con meticulosidad los componentes de una mezcla, con intención de aventar al vacie los inservibles o inútiles.
Esfalagaol: campanillero manirrota, el cual, sin sentido de mesura, derrocha su pecunio de forma escandalosa.
Esforonía: situación de disgregación en la que para alguna vianda cuya textura final debiera ser de cumplida cohesión. Aplícase, un poné, a la sopa de tomate de antevísperas que comimos una vez.
Esjalazal: destrodar, destruir, descomponer en todas sus partes algún instrumento sonoro o de otra índole.
Esmanganillao: decaimiento y falta de vigor fisiológico provocado por la falta de ingesta apropiada en cantidad y variedad, lo que provoca una apariencia  similar al de la guarra  tía Justa
Espaletillao: deslome dorsal acaecido por el sobrepeso del que se arrana el campanillero del bajo.
Espaletillar: alude esta acepción a la situación de despilfarro en la que puede caer el grupo musical que come más que canta, creando una situación deficitaria muy lamentable y crítica en los fondos comunales.
Esperabán: afección subcutánea a  modo de quiste o cotobullo que afecta a los cuartos traseros de las bestias y campanilleras, produciendo unos andares inseguros a la par que poco elegantes.
Esparniquebrao: malo, malo
Esparrampao: orificio corporal abierto en demasía: “me quedé con la boca esparrampá oyendo el bolero”.
Espeñicar: verbo que predica sobre la acción de romper en menudencias, generalmente a pellizcones de los pulgares e índices, alguna materia o vianda que cumple mejor su función si se aplica en trozos chiquerreninos.
Esperrío: explosión bucal, surgimiento de bolo alimentario producido por ataque de tos o risa incontenible, que acontece al campanillero falto de autocontrol, en la ingesta y en  sus manifestaciones emotivas.
Espolicazo: hincar  impetuosamente  la espuela. Figuradamente, salida de tono, desaire máxime  si me apuras, con el que suele contestar la campanillera relambía, cuando alguna circunstancia  no es de su agrado.
Estampío: golpe fuerte o porrazo imperioso  con el que se percute con saña el pandero, cántaro o crótalo, evidenciando un gran entusiasmo musical del ejecutante.
Estornillao: alude este vocablo al campanillero, que por haber perdido un tornillo de su maquinaria encefálica ,muestra un comportamiento un tanto farrao, o en su caso, neurótico.
Estrebegil: sonido estridente producido por el afinado sincrónico de intrumentos de cuerda de timbre diverso.
Estupe: enfrentamiento agresivo y ruidoso  provocado entre campanilleros  por dificultades armónicas, o en su caso musicales.

CON LA "d"

Defuciao: instrumento que ha pasado a peor vida.
Desafechar: verbo que se ejerce con uno o varios giros de muñeca, dependiendo del nivel de seguridad que el campanillero imprima al salón de ensayos, y que permite desbloquear la afechadura.
Desafiao (venir): compromiso contraído por dos o más campanilleros de tomarse una o varias copas en compañía: “no te acepto la copa porque vengo desafiao con Pablo”
Descuajaringao: aplícase este adjetivo al útil, persona o enser que por mal uso o vetustez está desgobernao en todas o algunas de sus partes.  
Descuajaringarse: Cantando en la iglesia del Campillo casi me descuajaringo de risa”
Desfarrigao: predica este vocablo sobre el campanillero poco mirado en su imagen personal, que lo mismo muestra una porción de su calzoncillo ut supra de la tirilla del pantalón, que enseña, sin pudor alguno, el pico del camisón por la raja de la portañuela.
Desgobernao: situación de semirruina en que puede quedar el baud como se afloje su prótesis.
Desinquieto: háblase este vocablo sobre el campanillero de poco atranquijo o culo de mal asiento, que no aguanta dos compases sin tomarse un coloraillo o darle una pepá al cigarro.
Diquiera: locución relativa al tiempo: diquiera un rato tocamos otra vez La  Pastorcita
Disilá: argumento sin sustancia y lacio con el que el campanillero simplón redacta un diccionario local  pretendiendo algún día ocupar la eñe de la Academia.
Disilosa: campanillera poco avisada que cree que este diccionario tiene algún fundamento.

Con la "c"

Cabaña: acopio alimentario que los campanilleros utilizan para soportar los rigores de dos cabalgatas.
Candaleta: rondalla malsonante y burlona con la se obsequiaba a los viudos en nuevas nupcias: “Los campanilleros cantaron tan feo, que parecían una candaleta
Cañafote: saltamontes. Figuradamente se aplica este vocablo al campanillero tan finusquino que sus piernas remedan dos guitas pegadas al culo.
Cará: visita, paseo o vuelta liviana que algún campanillero da a los ensayos.
Carfote: castaña vegetal asada y pelada. No se aplica a la pieza anatómica homónima de las campanilleras, salvo que esté torrefacta.
Carnerá: voz destemplada y potente con la que algún campanillero, en su euforia y elevada autoestima, adorna los fragmentos musicales más delicados
Carranquera: sustantivo que nombra algún aliface provocado por accidente o intervención médica: ”Hoy no canto, porque el dentista me ha intervenido la muela del juicio provocándome una descomunal carranquera”
Cascabullo: se le aplica al campanillero que después de veinte años en el coro, aún no se sabe las letras.
Caterva: grupo más o menos numeroso con intenciones peripatéticas: “La caterva de campanilleros hizo estación de penitencia por todos los bares del pueblo
Cochambre: fina película de dos dedos de espesor que queda en el cenicero cuando nadie se acuerda que estos enseres son susceptibles de lavado y multiuso.
Collera: pareja de campanilleros. Algunos son colleras maritales y otros forman colleras instrumentales: Elías y Daniel forman una buena collera de bandurrias.
Cotobullo: Protuberancia corpórea que en ocasiones presenta algún campanillero cuando ha disfrutado muchísimo en la cabalgata de Higuera. En ocasiones es sinónimo de  cascabullo.
Chacarrán: interjección cariñosa que recibían las campanilleras de sus abuelas cuando eran chicas, las abuelas no, las campanilleras. Es una onomatopeya sugerida del sonido de los palillos, arcaísmo del actual “ría pitá”
Chapino (ponerse como): situación de empapamiento en la que cae el campanillero no avisado cuando acude sin levitón en día invernal a los ensayos.
Chascar: movimiento reiterativo de las piezas dentales tendente a pormenorizar la vianda y favorecer su ingesta que se ejerce en  chirrichofas.
Chicharrona: campanillera de gran talla corporal. Refiérese  a la que ha trocado el 90-60-90 por alguno de sus múltiplos.
Chinanco: habitáculo destartalado y pequeño que hace difícil realizar un ensayo del coro.
Chirrichofa: úsase para designar algún festín, generalmente pantagrüelico y bullanguero con el  que campanilleros y campanilleras cierran la temporada.
Churretá: proposición disilosa que el churretoso verbaliza a modo de burla o mofa. Frase poco oportuna y sin razón que puede provocar crisis de hilaridad al escuchante benévolo.
Churretoso: aplícase a quien interrumpe un ensayo con alguna disilá
Churribandá: traquiná. Multitud de criaturas o abundancia de seres inánimes: “una churribandá de campanilleros cantaban El Ronronero"
 Chute: vasija. Se insulta con este término al campanillero que,  por una excesiva  complacencia sobre su persona, se comporta sin miramiento sobre  las pertenencias u honra ajena  provocando el comprensible rechazo y murmuración.